Ormaiztegi (Gipuzkoa): 29 de diciembre de 1.788// Zegama (Gipuzkoa): 24 de junio de 1.835.
Militar español que llego al grado de general del ejército
carlista en la Primera Guerra Carlista. Fue apodado como “el Lobo de las
Amezcoas” (Nafarroa); aunque entre sus tropas se le conocía como “Tío Tomás”.
Se le dio los títulos de Duque de la Victoria y de Conde de Zumalacárregui con
grandeza de España incluida.
Cuando estallo la Guerra de la Independencia entro en el
ejército como voluntario. Al finalizar el conflicto había alcanzado el grado de
capitán. En las luchas políticas durante el reinado de Fernando VII, se significó
por su postura antiliberal, colaborando con los realistas y fue ascendido a
coronel.
Al morir el rey Fernando VII (29 de septiembre de 1.833), se
une a la causa carlista (partidarios del infante Don Carlos: Carlos María
Isidro de Borbón en defensa del absolutismo monárquico; hermano del rey
Fernando VII), en el Valle La Berrueza (Nafarroa).
Ya que tras la abolición de la Ley Sálica (ley que impedía
reinar a las mujeres y a sus descendientes, si no tenían hermanos varones) en
1.830 por medio de la Pragmática Sanción. Y la proclamación de la hija de
Fernando VII: Isabel como heredera del trono del Reino de España. Lo que
provocó una división hereditaria en el Reino de España.
Zumalacárregui fue un personaje clave en la organización y
asentamiento del Carlismo en las provincias vascas. Organizó las guerrillas
campesinas (táctica que aprendió en la Guerra de la Independencia), llegando a
controlar las zonas rurales de las provincias vascas, en contraposición a los
partidarios Isabelinos que ocuparon las ciudades (más liberales) de Vitoria,
San Sebastián, Bilbao y Pamplona. Fue elegido en Estella el día 14 de noviembre
de 1.833 como general del ejército Carlista.
Era consciente de su inferioridad numérica y armamentística,
por lo que uso la táctica de guerrillas, amparándose en lo accidentado de la
orografía de las provincias vascas y en el apoyo de gran parte de la población
civil.
Se resistió a los reiterados intentos de atraerle al bando
Isabelino, por parte de su propio hermano Miguel y de su antiguo jefe, el
general Quesada.
En unos 19 meses de confrontaciones logro crear un ejército,
con capacidad de enfrentarse al ejército Isabelino.
Sitiar Bilbao y ocuparla fue su oportunidad (al menos así lo
creyó la Corte de Don Carlos, al pensar de la importancia comercial y de su
salida al extranjero al ser una ciudad con puerto marítimo, recibiendo apoyo
internacional y conseguir dinero de los comerciantes de la ciudad) de acabar
con la guerra. Ya que si lo lograba y a continuación ocupaba Vitoria y marchaba
sobre Madrid, era la estrategia que imponía la Corte del pretendiente Don
Carlos. Contra el criterio de Zumalacárregui de ocupar Vitoria y a continuación
marchar sobre Madrid con sus 30.000 soldados.
En el sitio de Bilbao (iniciado el día 10 de junio de 1.835)
fue herido en la pierna derecha sin especial importancia por una bala de fusil
rebotada, mientras observaba al enemigo desde Begoña, el día 15 de dicho mes.
Días después falleció por complicaciones de la misma (por una posible septicemia
o tétanos). Se negó a ser tratado por médicos, prefiriendo ser tratado por un
curandero de su “confianza” (Petrikilo o Petriquillo: José Francisco Tellería).
Todo parece señalar a la infección de la herida como causa de la muerte y
también a la terquedad por desobediencia reiterada a los consejos médicos como
principal causa de su mala evolución.
El Carlismo perdió así a uno de sus mayores exponentes y
estratega militar, reduciendo sus posibilidades de ganar la guerra. Aunque la
causa Carlista resistiría varios años más (hasta 1.840).
En el funeral de Zumalacárregui no asistió el pretendiente
Don Carlos, pese a encontrarse a solo 35 kilómetros de distancia, no
considerando necesaria su presencia. Fue enterrado sin uniforme militar y fue
vestido con frac. Posteriormente, la cabeza del general fue enviada a
Inglaterra (donde aún permanece), para su estudio por expertos, tal y como era
costumbre en la época con las personalidades destacadas.
Había en el Carlismo una defensa de la tradición (su lema al
inicio de dicho levantamiento fue Dios, Patria y Rey) y un desapego de las
ideas del Liberalismo de los Isabelinos (partidarios de Isabel II). Que se unía
a la causa dinástica y de ideología absolutista. Pero con el paso de los años
(en 1.836) el lema se convirtió en Dios, Patria, Fueros y Rey.
HARRANTZ.
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