La burguesía vasca ha estado focalizada sobre todo en la localidad de Getxo (Bizkaia), por ser el asentamiento de gran parte de esta; aunque también se han dado en otras localidades vascas (Portugalete, Santurtzi, Donostia, …). Con sus palacios/palacetes y por estar “algo” distante de la capital vizcaína, y de las zonas fabriles de la margen izquierda de la ría del Nervión donde se gestaron sus grandes fortunas y donde se dio una gran concentración industrial.
Debido a su privilegiado emplazamiento y a sus playas, se
comenzaron a construir (a finales del siglo XIX y principios del siglo XX)
grandes villas/palacios, que convirtieron a Las Arenas en uno de los centros de
veraneo de la aristocracia y de la alta burguesía.
Siendo los barrios de Neguri sobre todo (cuyo significado en euskera es ciudad de invierno), además de Las Arenas y de Algorta los máximos exponentes donde se asentaron las grandes familias económicas.
El nombre de Neguri lo creó Resurrección María de Azkue, ya
que anteriormente se llamaba Aretxetaurre (significa delante de Aretxete).
El origen del proyecto de Neguri y el protagonismo absoluto
de su realización recae en una única persona, José Isaac Amann, que fue quién
ideó la formación de un nuevo barrio en Getxo.
Suponen un conjunto monumental desde el año 2.001. Dando
lugar a un gran paseo de grandes villas/palacetes de unos 3-4 kilómetros; que
se inicia en el Puente Colgante de Bizkaia (inaugurado el 28 de julio de 1.893),
y que une las localidades de Portugalete y Getxo.
Neguri se planteó como un núcleo de edificaciones que
estuvieran habitadas durante todo el año. No iba a ser una residencia estival,
de ahí su nombre.
Dichos palacios/palacetes fueron diseñados a imagen y
semejanza de las ciudades-jardín inglesas, dentro de la más pura tradición
anglófila de la sociedad vizcaína; que se muestra patente en diferentes ámbitos
tales como: la moda, el deporte, los clubs, la arquitectura, los restaurantes, ….
Hay que tener en cuenta que los pueblos anglófonos eran considerados la
vanguardia del progreso en tierras vascas, y sobre todo a finales del siglo XIX
y principios del siglo XX.
INCISO: Manuel María Smith Ybarra (1.879-1.958)
fue el arquitecto vasco más solicitado por la oligarquía burguesa vasca en
Bizkaia. Mostro dominio por los llamados estilos “montañés” y “neovasco” y es
considerado el máximo introductor y representante del estilo “inglés” en
Euskadi.
Estas mansiones eran los iconos por excelencia que
proyectaban la nueva situación preeminente alcanzada por la alta burguesía
económica vasca.
Caben destacar los palacios de: Santa Clara, Lezama-Leguizamón, del marqués de Olaso, Kai-Alde, Eguzki-Alde, Ampuero, Casa Cisco, Bidearte, Arriluze, Caserío Aitzgoyen, Itxas-Begi, Palacio de la familia Martínez-Rivas, Casa Vallejo, Galerías Punta Begoña, Estación de Salvamento de Náufragos, … Aunque hay muchos más, hasta llegar a 29 en total.
Fueron familias adineradas, pero, sobre todo influyentes
dentro de la política y de las empresas de España. Se llegó a practicar una
cierta “endogamia” en los casamientos de la burguesía vasca y donde se llegan a
repetir los mismos apellidos.
Sus fuentes de ingresos fueron: las minas, los altos hornos,
el transporte, la banca y la electricidad.
En la década de los años 20 del siglo XX se calcula que las
familias de Neguri controlaban las ¾ partes del acero y la ½ del hierro que se
producía en España; además de buena parte de la producción eléctrica.
Según Raymond Carr: los hombres realmente ricos de España a
partir del año 1.900 y con pocas excepciones, eran vascos y casi en su
totalidad pertenecían a la burguesía de Neguri.
INCISO: Albert Raymond Maillard
Carr, fue un historiador, profesor e hispanista británico especializado en la
historia contemporánea de España.
A mediados del siglo XIX fue una etapa histórica en la que
comenzaron a gestarse importantes fortunas y a labrarse la de algunas familias.
En paralelo a la crisis de la industria tradicional (las ferrerías), se dio
paso a las primeras fábricas modernas en sectores de la siderometalurgia, de la
papelera, del textil, …
Con el desarrollo industrial desde mediados del siglo XIX en
Euskadi, pasa de ser una tierra de emigración a ser de inmigración. No obstante,
con independencia del origen geográfico de los inmigrantes, les une una
conciencia de clase. Y con ello calan las nuevas ideas socialistas en el
proletariado vasco; en contraposición con las ideas conservadoras de una parte
de la sociedad vasca (que es amante de la tradición y de las costumbres).
Con la llegada de la inmigración se empezaron a llamar
“maketos” (es un término despectivo) a los inmigrantes pobres venidos de otras
partes de la Península Ibérica. Pero NO se llamaron “maketos” a la inmigración
RICA de los europeos que a su vez ayudaron a aumentar la burguesía vasca; que
al establecerse en tierras vascas estrecharon vínculos empresariales y
familiares con los nuevos ricos nativos de inmaculados apellidos vascos.
Para los nacionalistas vascos esta inmigración “maketa” se
trataría de una “invasión” que desdibujara la identidad vasca, las tradiciones,
la cultura y la pureza de la sangre; además de constituir un factor de
alteración social.
La burguesía vasca rechazó el incipiente nacionalismo vasco
(representado por el P.N.V.), excepto el industrial Ramón de la Sota, abrazando
las ideas más centralizadoras y conservadoras afines al Gobierno de España.
Todo este auge económico sirvió para presentar a Bilbao, y
por ende a Bizkaia y a Euskadi, como adelantados en la lucha por el progreso y
en una plataforma desde la que “regenerar” al resto de España.
El valor del dinero y de la riqueza pesaban más que el
linaje. Lo cual no quiere decir que los nuevos burgueses enriquecidos
despreciasen determinados títulos nobiliarios.
HARRANTZ.
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