Se toma este título de una película basada en la IIª guerra mundial. Pero en este caso basado en una situación real acaecida en el castillo-fuerte de San Cristóbal (ubicado en el monte Ezkaba de 895 m.s.n.m.) en la cercanía de Pamplona (Nafarroa) en el año 1.938.
INCISO: el fuerte de Alfonso XII o de Ezkaba fue finalizado en 1.919.
Se construyo como fortaleza o fuerte para defender Pamplona de los ataques de la artillería tras la última guerra carlista. Aunque nunca llegó a utilizarse con fines defensivos, ya que se quedó desfasado con la aparición de la aviación con fines militares. Se tardó más de 40 años en su construcción.
Ya en 1.929 fue transformado en prisión militar, tras realizarse diversas modificaciones en su estructura. Convirtiéndose en un enorme penal por el que pasarían miles de presos.
En la Segunda República se cambió el nombre, adoptando un nombre menos monárquico, por el de Fuerte de San Cristóbal, en referencia al monte sobre el que se asienta.
El ejercito abandono estas instalaciones militares en 1.987, y a día de hoy se encuentra completamente abandonado, siendo propiedad del Ministerio de Defensa.
Es un suceso que ocurrió el 23-V-1.938 en Navarra dentro del contexto de la guerra civil española.
En el día de la fuga en 1.938 había 2.487 personas detenidas en dicha fortaleza. Y que en su mayoría eran dirigentes políticos y sindicales de izquierdas, nacionalistas, además de militantes republicanos, e incluso algunos falangistas disidentes. Los cuales sufrieron malos tratos, vejaciones, palizas, hambruna, infecciones, hacinamiento, … amén de la privación de la libertad.
La fuga o evasión fue planificada por una treintena de presos, que para evitar ser detectados y/o descubiertos por los vigilantes o delatores en sus conversaciones utilizaron la lengua del esperanto. Su idea era llegar a la frontera con Francia.
Pero el desconocimiento del terreno (la mayoría de los huidos no eran de Nafarroa), su precaria indumentaria (estaban descalzos y sus ropas eran harapos) y su deficiente estado de salud, convirtieron la evasión en una situación caótica, que pasaría posteriormente a ser una cacería humana.
Las autoridades militares golpistas se sintieron humilladas y sedientas de venganza.
Se dio la voz de alarma de la fuga por un soldado que regresaba de Pamplona, el cual se percato de lo que estaba sucediendo y bajo a la ciudad. Además del preso falangista Ángel Alcázar de Velasco, encarcelado tras los sucesos de abril de 1.937 en Salamanca, que también corrió monte abajo para avisar.
Escaparon 795 presos, de los cuales 585 fueron detenidos y 206 asesinados durante su huida, ya sea en el mismo momento de su captura, bajo el pretexto de que habían intentado huir o se habían resistido a la detención de forma voluntaria (siendo enterrados en fosas comunes en las faldas del monte San Cristóbal). Solamente 3 lograron el objetivo.
El último huido fue capturado el 14 de agosto y le apodaron cariñosamente “Tarzán”, por haber resistido tanto tiempo solo en los montes.
Posteriormente 14 de los 17 promotores fueron fusilados públicamente en la vuelta del castillo de Pamplona el 8 de agosto de 1.938 como organizadores de la fuga.
HARRANTZ.
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