Es un órgano abdominal ubicado en el cuadrante superior o hipocondrio izquierdo e infracostal (por debajo del diafragma). Su tamaño es el de un puño aproximadamente, de color rosado y con una forma ovalada (como una judía). Esta muy vascularizado; y es que está en relación con alguna de sus funciones, como se comentara más adelante.
Su peso oscila alrededor desde los 100 a los 250 gramos en
estado normal (es decir sano), por lo que es imperceptible al tacto en la
palpación abdominal. Pero, al verse afectado por alguna enfermedad puede
aumentar de volumen de forma considerable, pudiendo llegar a pesar entre 3 a 4
kilogramos (es lo que se denomina ESPLENOMEGALIA); siendo ya palpable en la
exploración abdominal. Y de unas dimensiones de 12 x 7 x 4 cm en estado sano.
El volumen disminuye en peso y en tamaño con el paso de los años.
Sus funciones son las siguientes:
- Forma parte del sistema linfático y del sistema inmune, al contener leucocitos que destruyen no solo las células sino también microorganismos patógenos. Contribuye a la elaboración de anticuerpos. Teniendo la función de combatir las infecciones.
- Tiene la función de filtrado de la sangre, desechando los elementos formes sanguíneos envejecidos y anormales.
- Tiene la función de hematopoyesis: que es el proceso de formación, desarrollo y maduración de los elementos formes de la sangre (eritrocitos, leucocitos y trombocitos o plaquetas). Convirtiéndose en un reservorio de estos; pudiendo llegar a contener, en un momento dado, hasta un 30% de las plaquetas.
Es posible vivir SIN bazo (su extirpación se denomina ESPLENECTOMIA):
pues SI; ya que NO es un órgano vital. Aunque hay que tener presente que se sería
más propenso a contraer infecciones. Por lo que es necesaria la vacunación
contra algunas infecciones comunes, como: neumococo, haemophilus y gripe;
recomendándose evitar el viaje a países tropicales, por el riesgo de contraer paludismo.
Tras la esplenectomía el hígado asume sus funciones, aunque
no todas. Y la extracción del bazo se puede realizar mediante dos técnicas
quirúrgicas: extirpación abierta o extirpación laparoscópica.
Existe el riesgo de una hemorragia mortal, tras un traumatismo
del bazo: habitual en los accidentes de tráfico.
Hay veces en que la función del bazo aumenta (se denomina HIPERESPLENISMO),
aumentando la destrucción de los hematíes; que pasan de tener una vida media de
120 días a ser de unos 30 días. Provocando anemia y un aumento de la
bilirrubina indirecta (que es un producto de degradación de la hemoglobina
contenida en los hematíes destruidos).
Como consecuencia de fallos en la diferenciación fetal se
llegan a desarrollar pequeños bazos “accesorios” en localizaciones atípicas, en
hasta un 15% a un 30% de las personas. Son asintomáticos y al tener una
anatomía alterada también se ven alterados en su función.
Hay ocasiones que, tras un traumatismo esplénico, fragmentos
de este pueden implantarse en otras localizaciones y ser viables funcionalmente,
es lo que se denomina ESPLENOSIS. Pudiendo ser espontánea o intencional, en
forma de autotransplante.
El llamado: “dolor abdominal transitorio” en el costado
abdominal izquierdo está en relación con el ejercicio. Y se da al aumentar las
necesidades inmediatas de hematíes en la sangre ante los requerimientos de
estos, ya que hay una mayor demanda de oxígeno en los músculos. Por lo que se “comprime”
el bazo al recurrir a las reservas de hematíes, provocando dolor al no tener
sangre en su interior. Se puede corregir con un calentamiento previo al hacer
ejercicio.
La etiología por la que se puede llegar a dar una esplenomegalia seria: * infección, * enfermedades hepáticas, * enfermedades sanguíneas, * enfermedades autoinmunitarias (como la artritis reumatoide o el lupus), * cáncer.
Aunque con la esplenomegalia se origina un riesgo de por vida de contraer una infección que puede llegar a ser fulminante e incluso mortal; especialmente en niños, ancianos y en personas inmunodeprimidas. Por lo que ante una lesión traumática del bazo es preferible NO extirparlo, si se puede evitar.
Según un estudio de la Universidad de Edimburgo (del año 2.006), publicado en la The American Journal of Medicine, alrededor del 21% sufrió una infección grave que requirió hospitalización y que el riesgo de infección fue mayor en los primeros tres años tras la esplenectomía, reduciéndose tras ese periodo de tiempo.
HARRANTZ.
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